domingo, 25 de julio de 2021

La vida es bella

 

Corrientes esta triste y silenciosa, agoniza. Un gato negro maúlla mientras camina por la medianera, el no necesita hacer la cuarentena.
Es la primera y esperanzadora mañana de febrero. Perdí la cuenta de los días de encierro.
Puse el termo y el mate en la mesa, encendí mi netbook mientras con un sorbo de mate, tragaba mi “Atenix 50”.  El wathsapp-Web a full, con circulares de las autoridades educativas, preguntas de los alumnos y padres desesperados por las actividades de sus hijos.
Me levanto, camino hacia la ventana, siento el olor a porro de los vecinos, los mismos que ayer estaban cacereolando reclamando no sé qué cosa ni para quien, solo estoy seguro que no era para ellos.
 Miro a la calle y automáticamente me viene esa sensación que nunca pude  describir, por que no se puede explicar en palabras como se siente físicamente el enojo y la impotencia, al ver bolsas de basuras desparramadas por los perros, los vecinos las sacaron ayer, cuando era feriado y no pasan los recolectores.
Pienso en que llovió y aunque sea unas gotas de agua en esa tapita de gaseosa, le sirve al mosquito “Aedes aegypti”  para hacer la trágica diferencia porque, además del COVID, convivimos con la epidemia de dengue, desde mucho tiempo atrás.
Vuelvo a sentarme, acomodo el portarretrato con la foto de mi viaje de enero a Brasil, estoy  con ella, los dos nos mirábamos felices sin imaginar el después.
Busco en you tube alguna música que me relaje y encuentro “ bossa nova y jazz, romántico” , la música me transporta quien sabe a qué época o momento , siento un soplo de felicidad, cierro los ojos y trato de recordar que y cuando fué, no puedo. Me entristece, siento volver esa sensación de falta de aire y ahogo, que antes me asustaba y ahora sé que es ansiedad.
 Recordé que Adry, mi psicóloga, me dio unas herramientas para estos casos, abro el cajón de mi escritorio, saco el cuaderno donde anote las técnicas para relajarme.
Una de las técnicas es distraerse con alguna cosa que me guste o distraiga, por eso las planillas de los alumnos , pueden esperar, las hago esta tarde.
Busco el Facebook, siempre distrae ver videos de animales paseando por las calles vacías de algún barrio acomodado y memes riéndose de la enfermedad.
Un amigo del face, comparte los títulos del portal de radio dos , "Mi casa parece una cárcel : Desgarrador relato de la médica correntina que contrajo Coronavirus en Chaco” y  “Corrientes: Preocupación por una pareja que llega desde España a hacer la cuarentena en un edificio”, leo sobre vecinos contra vecinos, atacando y amenazando mediante las redes sociales , quemándole basura enfrente de la casa o apedreando los vidrios, a los que tuvieron la desgracia de enfermarse  o solamente volvieron de un país considerado de riesgo. El personal de salud, cuentan en los comentarios de las noticias, que cuando  circulan por la calle con el uniforme que lo distingue, son insultados, amenazados y maltratados, por miedo a que puedan transmitir la enfermedad, paradójicamente todas las noches, a las 21 son aplaudidos y llamados héroes por los mismos que los discriminan de día.
  Elijo uno de los videos que recibo en el Facebook, lo abro y es el trailer de una película,  escucho a Roberto Benigni decir  "Buongiorno, Principessa", desde los altoparlantes de el campo de concentración, en “La vida es bella”, veo a los soldados alemanes, perfectos, temibles y despiadados, odiando irracionalmente, veo o creo ver,  en ellos  el rostro de  la gente de mi barrio,  con miedo porque vine de Brasil hace exactamente 20 días, justo en ese momento es cuando   una piedra rompe el vidrio de la ventana.